Me gusta llegar al trabajo y disfrutar del silencio de las primeras horas de la mañana.
Hacerme un rico te, sentarme en la compu, poner música y aprovecharme de esas horas de soledad, para que las palabras surjan, este ensayo se escriba y yo también me permita dsfrutar de lo maravillosa que es la sensación de que todo esta en calma.
Siempre dije que admiro las mañanas de Buenos Aires. Mucho mas la de los domingos. Porque los domingos, las calles están vacías, y la gente no camina, y yo puedo encontrarme allí, entre mis pensamientos y el amor que me conecta con esas calles.
Cuando todo parece monótono, o cuadrado, es que hace falta agregar un poco de romance, para que las cosas tengan sabor. Y a pesar de que me prometo a mi misma no hacer poesía porque me resulta un poco barroco, o cursi, siento que en el fondo, es esa poesía la que hace que del amor que le pongo a esas letras, también surja la vida.
Pero eso sí, hay poesía pesada. Como románticos empalagosos, llenos de clichés, que se ahogan de tanto amor.
Por el contrario.
Hay momentos en que es necesario hacer uso y abuso de la poesía.
¿A quién le gusta la monotonía?
Regalarse momentos,
de fantasía.